La disrupción automotriz no viene de Silicon Valley.
La próxima gran disrupción automotriz no viene de Silicon Valley. Nace en el taller de la esquina.
Natalia Salcedo, fundadora de PiTZ nos cuenta los secretos detrás de la innovación
Durante años, la conversación sobre innovación automotriz ha estado dominada por avances en vehículos eléctricos, sensores inteligentes y conducción autónoma. Pero mientras los titulares hablan del futuro, hay un punto ciego que sigue afectando a millones de personas cada día: la reparación.

En México y América Latina, más del 80% de las reparaciones automotrices ocurren en talleres independientes. Son espacios con profundo conocimiento técnico y relaciones de confianza construidas a lo largo de décadas. Pero también operan dentro de un sistema que conspira contra ellos: herramientas desactualizadas, pedidos por WhatsApp, catálogos incompletos y procesos que dependen más de la intuición que de la tecnología.
Y eso afecta a todos. El mecánico no tiene acceso a información confiable. El usuario no tiene claridad sobre tiempos, costos ni diagnósticos. El resultado: un sistema donde todos hacen lo mejor que pueden, pero casi nadie queda satisfecho.
Tan solo en México, el Net Promoter Score (NPS) del sector posventa ronda el 9%. Un reflejo de la desconfianza estructural que se ha normalizado.
A esto se suma un problema aún más profundo: la baja penetración de seguros. Con sumas aseguradas limitadas y poca educación financiera, la mayoría de los usuarios asume directamente el costo de las reparaciones. Esto hace que cada visita al taller sea vivida con ansiedad: ¿me estarán cobrando de más?, ¿la pieza es la correcta?, ¿cuándo estará listo el coche?
Es un sistema que necesita más que eficiencia. Necesita reconciliación.
En Pitz, decidimos enfrentar ese reto. Creamos un copiloto por voz, impulsado por inteligencia artificial, que acompaña al mecánico en todo el flujo de trabajo: desde el diagnóstico hasta la entrega del vehículo. En segundos, puede identificar fallas, cotizar refacciones, pedir piezas compatibles y mantener informado al cliente. Todo sin que el mecánico tenga que dejar de hacer lo que mejor sabe hacer: reparar.
Pero lo más importante no es la tecnología. Es lo que repara.
Pitz busca restaurar la confianza. Entre el usuario y el taller. Entre el mecánico y el sistema. Al digitalizar la operación sin imponer rigidez, al eliminar errores y opacidad, y al devolverle visibilidad a cada parte del proceso, estamos construyendo una nueva relación entre quienes prestan el servicio y quienes lo reciben.
Porque en una región donde moverse es esencial, reparar no debería ser un privilegio ni un juego de adivinanzas.
El futuro de la movilidad no depende solo de lo que manejamos. Depende de cómo -y con qué dignidad- reparamos lo que ya tenemos. Y ahí, justo en el taller de tu colonia, está naciendo la verdadera revolución automotriz.