Hace años, cuando alguien me pedía solo “un logo”, me entraba la duda:
¿Y si acepto? Es trabajo fácil, rápido y sin complicaciones...
Pero aprendí, a base de entregas frías y proyectos cojos; que un logo, por sí solo, no es nada.
Porque si no sabes qué quieres contar, a quién te diriges, por qué haces lo que haces y qué emociones quieres despertar…
Ese logo es solo una forma bonita. Una decoración.
Por eso, a día de hoy no hago logos sueltos.
"Solo" construyo marcas con sentido.