¿Puede ser el marketing político socialmente responsable?

Por Martha Elizalde Durán, académica de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México

El marketing político se encarga de aplicar estrategias y técnicas de marketing en el ámbito de la política y la gestión pública. Su objetivo principal es influir en la percepción, opinión y comportamiento de los ciudadanos respecto a candidatos, partidos políticos o temas de interés público, con el fin de obtener apoyo electoral, legitimidad o aceptación de políticas.

Martha Elizalde
Imagen: cortesía Martha Elizalde Durán

En términos prácticos, implica la creación y difusión de mensajes políticos a través de diversos medios y canales de comunicación, como la publicidad en medios tradicionales (televisión, radio, prensa) y digitales (redes sociales, sitios web), eventos públicos, discursos, debates, entre otros. Estas estrategias suelen estar diseñadas para persuadir, movilizar o motivar a los electores, utilizando técnicas de persuasión, segmentación de audiencias, branding político y gestión de la imagen pública.

Abarca una amplia gama de actividades, que van desde la investigación de mercado para comprender las necesidades y preferencias del electorado, hasta el diseño de campañas electorales, la gestión de la reputación de los candidatos y la evaluación del impacto de las estrategias implementadas. Su práctica debe ser realizada de manera responsable, transparente y respetuosa de los valores democráticos.

El planteamiento sobre si el marketing político es socialmente responsable es un tema complejo y su evaluación puede variar según diferentes perspectivas y contextos. En primer lugar, se argumenta que puede ser socialmente responsable cuando se emplea para informar a los ciudadanos sobre cuestiones importantes y aumentar su participación en el proceso democrático. Por ejemplo, el uso de campañas publicitarias para educar a la población sobre políticas públicas relevantes o para invitar a la participación en elecciones puede ser considerado un aspecto positivo.

Sin embargo, también hay preocupaciones éticas relacionadas con la manipulación, la desinformación y el uso indebido de tácticas persuasivas. Algunas estrategias del marketing político pueden apelar a emociones o prejuicios en lugar de presentar argumentos racionales y objetivos. Esto puede resultar en una polarización de la opinión pública y debilitar la calidad del debate político.

Además, los intereses económicos en la política plantean interrogantes sobre la equidad y la transparencia en los procesos electorales. Las campañas políticas a menudo requieren grandes sumas de dinero para financiar anuncios, encuestas, eventos y otros esfuerzos de mercadotecnia. Esto puede favorecer a los candidatos con acceso a recursos financieros significativos y marginar a aquellos con menos apoyo económico.

Los retos para promover la Responsabilidad Social en este ámbito requieren atención tanto de los actores políticos como de la sociedad en general. Uno de los principales retos es encontrar un equilibrio entre la necesidad de informar al público y la tentación de manipularlo con fines partidistas. La ética en la comunicación política es elemental para garantizar que la información presentada sea precisa, transparente y no sesgada.

La Responsabilidad Social en el marketing político está claramente presente si se prioriza el bienestar público sobre los intereses partidistas o individuales, coincidiendo aquí con el fin de la búsqueda del bien común. Una regulación efectiva, la transparencia en la financiación de campañas y el fomento de un debate político informado son elementos clave para garantizar que se contribuya positivamente a la sociedad y a la democracia.

martha.elizalded@anahuac.mx
 

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Revista NEO 294

 


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