¿Qué es una estrategia de inversión defensiva?
¿Qué es una estrategia de inversión defensiva?
Por Moises Saad, VP Director of Advisory and Investment Solutions GBM
En momentos de incertidumbre en los mercados bursátiles, como los que se han vivido en los últimos meses, es natural que muchos inversionistas se cuestionen cómo ajustar sus decisiones para proteger su patrimonio. Más que pensar en una única estrategia, lo recomendable es entender que un inversionista puede —y muchas veces debe— implementar diferentes estrategias dentro de su portafolio, de acuerdo con los distintos objetivos financieros que persigue. En este marco, una estrategia de inversión defensiva representa una alternativa valiosa cuando alguno de esos objetivos requiere estabilidad y menor exposición al riesgo.

El propósito de este enfoque no es maximizar rendimientos en el corto plazo, sino priorizar la preservación del capital frente a la volatilidad del mercado. Su aplicación puede ser especialmente útil en aquellas partes del portafolio orientadas a necesidades de liquidez próximas, metas de corto plazo o simplemente para reducir el riesgo general en momentos de tensión económica global.
Las estrategias defensivas se ajustan bien a perfiles con baja tolerancia al riesgo, como quienes se acercan a la jubilación, o simplemente para quienes desean mantener una porción de su portafolio protegida de la exposición a activos más volátiles. Esto puede lograrse mediante una reconfiguración de activos hacia instrumentos más estables, como bonos con grado de inversión o acciones de empresas consolidadas que ofrecen dividendos constantes.
Además, este enfoque suele incluir una diversificación táctica, tanto sectorial como geográfica. Sectores como salud, servicios públicos y consumo básico —cuyos productos y servicios mantienen demanda incluso en recesión— tienden a mostrar comportamientos más defensivos. A su vez, distribuir los activos en diferentes regiones también permite mitigar riesgos concentrados.
En una cartera bien construida, la parte defensiva actúa como un contrapeso: mientras ciertos componentes buscan crecimiento, otros apuntan a proteger el capital. Esta combinación no sólo aporta equilibrio, sino que permite transitar mejor las etapas del ciclo económico.
Activos como acciones con dividendos o bonos gubernamentales cumplen un papel clave en esta estrategia, aportando ingresos estables y menor volatilidad. Aunque su rentabilidad potencial puede ser más baja, su función en una cartera diversificada es fundamental.
Vale la pena recordar que ninguna estrategia está libre de riesgo. Pero la asesoría financiera y una gestión activa del portafolio permiten implementar con mayor precisión enfoques defensivos dentro de una visión más amplia, adaptada a los distintos objetivos y horizontes de cada inversionista.
En definitiva, una estrategia defensiva no tiene que abarcar la totalidad del portafolio. Puede —y debe— ser una parte del conjunto, utilizada estratégicamente cuando uno de los objetivos lo exige. La clave está en el equilibrio y en entender que proteger también es avanzar, cuando se hace con inteligencia y visión de largo plazo.