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“Binnizá, los seres de las nubes”: la estética de la confianza

Cortesía

 

“Binnizá, los seres de las nubes”: la estética de la confianza

By MarVel


Apertura: de la biografía al territorio vivo

“Binnizá” nace como una biografía del maestro Francisco Toledo -esa fue la idea inicial del productor Eduardo Díaz- pero la realidad jaló con más fuerza: la comunidad, los colores, las texturas, la geografía y sus duelos. La película se desplazó hacia el presente del Istmo, a su mística y a su herida, y encontró allí un relato mayor: la resistencia artística de un pueblo que se sabe “gente que proviene de las nubes”. El filme se presentó en la Selección Oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia; producido por Península Films y toma como hilo un poema de Irma Pineda.

El maestro Juan Carlos Rulfo, hace pausa a una historia de Jim Jarmush para conversar sobre esta historia inspiradora, desde la mirada de los protagonistas.

El origen: traducir “la gente nube” a imagen

  • Juan Carlos, Binnizá parte de una palabra que significa gente que proviene de las nubes. ¿Cómo traduces ese imaginario a un lenguaje visual?
  • “Binnizá, los seres de las nubes, es la traducción de lo que significa ser zapoteco. El plan era una biografía de Toledo. Pero en Juchitán todavía con las ruinas del sismo- la realidad fue más poderosa. Empecé a conocer a Lucas Avendaño, a Pánfilo, a un pintor-campesino sabio de la cultura local… El color y la textura me guiaron; luego llegó la pandemia y nos alejó. Al volver, entendí que la película debía ir hacia las vidas que estaban latiendo hoy.”

Lectura crítica

Rulfo desplaza el eje del “genio” al ecosistema creativo. Es un gesto político y de lenguaje: mirar con la comunidad y no sobre ella. Ese corrimiento hace coherente su decisión formal: cámara en mano, proximidad y escucha, lo que él llama más adelante “la estética de la confianza”.

Ensamblar mito, geografía y lengua

  • En tus documentales hay una búsqueda del alma de lo cotidiano. ¿Cómo ensamblas mito, geografía y la gente que lo habla?
  • “Con Irma Pineda aparecieron los textos dolidos y místicos. Sumamos los animales toledianos lagartos, sapos, tortugas- y construimos un cuento: el viaje del lagarto y la ceiba para sostener el mundo, un Popol Vuh local. Es arte como motivación para seguir viviendo.”

El filme respira en dos capas: en su momento la Capa mítica: el cuento original de Rulfo y Pineda -inspirado en el poema “El lagarto de las nubes”, escrito y narrado por ella- activa el imaginario Binnizá y la idea de naturaleza sabia que se retira y se regenera y la Capa documental: la geografía real del Istmo (lagunas-estero, parques eólicos, caminos rotos) y su conflicto socioambiental actual, donde el arte funciona como lenguaje de resistencia.

Entre lo real y lo simbólico: la apuesta estética

  • Tus obras se mueven entre registro y poesía visual. ¿Qué te exige más: la decisión de lo real o la libertad de lo simbólico?
  • “Lo simbólico. El informativo clásico te castra. Yo no sé a dónde voy; sólo sé que debe ser emocional e interesante. Tal vez no hay un personaje guía, salvo la voz de Irma en zapoteco; lo demás cuelga en una hamaca tejida entre dos caimanes.”

La estrategia aquí es mise-en-poème: el relato no describe; convoca. La voz de Pineda (diidxazá) ordena el flujo sensorial: paisaje, viento, luz de mayo, polvos y verdes que revientan después de la lluvia. Rulfo prefiere el fuera de campo informativo: suelta contexto verbal y gana densidad atmosférica. El resultado es una poesía etnográfica que rehúye el exotismo.

Ética de rodaje: “la estética de la confianza”

  • ¿Cómo equilibras el respeto por la comunidad y la necesidad de construir una estética propia?
  • “La cámara en mano sólo funciona si se siembra confianza. La estética aparece cuando el otro te abre la puerta. Es la estética de la amistad: encuadres que nacen del permiso mutuo.”

Rulfo convierte el pacto de filmación en forma visual. La proximidad (cámara-cuerpo) no invade: se gana. De ahí el tono cálido de los retratos y esa plasticidad cromática que evoca el taller de Toledo sin imitarlo. El cine de Rulfo siempre ha tejido intimidad con sujetos y espacios -de “Del olvido al no me acuerdo” a “En el hoyo” y “Los que se quedan”- y aquí depura ese gesto.

Dualidad: vida que brota en medio del desastre

  • Retomas la dualidad: documental/poesía, fiesta/ruina.
  • “Es pura vida en medio del desastre: cortas un retoño y vuelve a brotar. Esa vitalidad explica los colores y texturas del lugar.”

La película encuadra la belleza áspera del Istmo: cicatrices del sismo de 2017, heridas ambientales y violencia; pero también música, ritual y trabajo de manos (papel, cerámica, pintura) como tecnologías afectivas. El personaje de Lucas Avendaño, muxhe, reubica la narrativa en clave de duelo y performance, y ancla la dimensión de género desde la muxeidad.

Lo que cambió en el autor

  • ¿Qué te cambió el concepto “ser de las nubes”?
  • “Me reconfirma que todos estamos en viaje. En zapoteco, Binnizá nombra al ser que respira; es asexuado. No hay que decidir géneros: hay que vivir y construir. Por eso el principio está quieto hasta que algo respira.”

Aquí el título deja de ser etiqueta étnica y pasa a ser programa ontológico: binni (ser) que (desciende, respira, se mueve). La película propone una pedagogía del origen: hallar la propia voz creativa mirando el territorio y su lengua.

Didáctica para sus alumnos (y para quien mira)

  • ¿Qué aprendizaje te dejó “Binnizá” para tus alumnos?
  • “Escarbar en tu comunidad y reconocer tu lenguaje. El terror a la página en blanco se vence rayando: escribe, encuadra, respira. Lo demás vendrá.”

Rulfo insiste en metodología simple y feroz: curiosidad + constancia. Ya lo había explorado en “Cartas a distancia”, proyecto nacido en la pandemia que convirtió cartas y videos entre pacientes y familias en cine-catarsis; aquella experiencia informa la fe en lo mínimo que sostiene “Binnizá”.

Cierre: del homenaje íntimo al eco colectivo

  • ¿Hay homenaje a tu padre?
  • “No de forma consciente. Pero los caminos que convocan a la gente terminan siendo más poderosos que la figura misma. La música y el diseño sonoro—y las manos de Pánfilo haciendo papel—ponen la emoción donde debe estar.”

Desde “Del olvido al no me acuerdo”, Rulfo sabe que la memoria es un paisaje. En “Binnizá” ese paisaje se vuelve coral: Irma Pineda conduce el mito; Toledo aparece como eco cromático; Avendaño performa el dolor; y el territorio dicta la cadencia. Es cine que no explica: invoca.

Referencias de impacto (contexto y conversación)

  • Festival y producción: Selección Oficial FICM 2025; producción de Península Films; estructura poética guiada por un texto de Irma Pineda (“El lagarto de las nubes”).
  • Eje temático: legado de Francisco Toledo y “resistencia de la tierra” frente a devastación ambiental y social en Juchitán.
  • Voces y cuerpos: participación del artista muxhe Lucas Avendaño, referencia clave para entender la muxeidad en el Istmo.
  • Obra previa de Rulfo (para trazar filiaciones estéticas): “Del olvido al no me acuerdo” (1999), “En el hoyo” (2006), “Los que se quedan” (2008), “Cartas a distancia” (2021).

Una última imagen

Binnizá es cámara-pulso, palabra en diidxazá y viento del Pacífico. No quiere clausurar preguntas; propone una manera de mirar: ganarse el encuadre. Al salir de la sala, queda la sensación de que algo respiró frente a nosotros -y que ahora toca responderle con obra, con cuidado del territorio, con lengua viva. Porque, como sugiere la película, lo místico no está lejos: está en el aire que entra.

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