Bayer y el desafío de la investigación clínica en México

Bayer y el desafío de la investigación clínica en México: innovación con propósito, inclusión y visión global
Jiutepec, Morelos, a 19 de septiembre de 2025.- La escena podría parecer cotidiana: un auditorio atento hasta el final de la jornada. Sin embargo, las palabras de la doctora Carla Ceballos sacudieron la rutina con una pregunta de fondo: “¿Qué haríamos si no existiera la investigación?”. La respuesta es contundente: sin ciencia, no habría medicamentos, ni terapias, ni la posibilidad de enfrentar enfermedades que marcan generaciones.
La investigación: motor invisible de la salud
Cada avance médico es el resultado de procesos largos, costosos y llenos de incertidumbre. De entre 10,000 moléculas analizadas, apenas una o dos llegan a convertirse en medicamentos comercializados. Ese margen estrecho habla tanto de la complejidad de la ciencia como del compromiso de quienes sostienen su continuidad.
Bayer, con más de 20 años de trabajo en enfermedades como el Parkinson, invierte miles de millones de euros en desarrollos que pueden tardar décadas. En palabras de Ceballos, no se trata solo de encontrar tratamientos, sino de garantizar que los pacientes vivan con mayor calidad y dignidad, desde la niñez hasta la edad adulta.
México: entre rezagos y oportunidades
La realidad mexicana combina contrastes. Por un lado, el país ha sido históricamente un terreno fértil para la investigación clínica: diversidad poblacional, alto volumen de pacientes y cercanía estratégica con Estados Unidos. Por otro, enfrenta el trámite burocrático que desacelera su potencial.
Hasta hace poco, la aprobación de un protocolo de investigación podía tardar nueve meses o más, dejando a México fuera de estudios internacionales. El costo no era solo competitivo: era humano. Pacientes con enfermedades graves esperaban tratamientos que nunca llegaron porque los estudios ya habían concluido en otras latitudes.
Hoy, un cambio en la política de Cofepris promete reducir esos tiempos a 30 días. La doctora Ceballos lo explicó con entusiasmo: este ajuste no solo acerca a México a estándares globales también abre la puerta a triplicar el número de estudios clínicos en el país. El reto será que este avance no quede en papel, sino que se traduzca en más opciones terapéuticas para los pacientes mexicanos.
Alianzas que salvan vidas
La investigación no es patrimonio de un solo actor. Bayer ha construido puentes con hospitales públicos y privados, institutos nacionales y universidades, generando una red de más de 40 sitios activos de investigación en México.
Gracias a esas alianzas, hoy más de 180 pacientes participan en ensayos clínicos que abarcan desde oncología hasta terapias génicas pediátricas. Cada caso representa no solo un avance científico, sino una esperanza concreta para familias que de otro modo tendrían puertas cerradas.
Bayer: liderazgo con propósito
Lo distintivo de Bayer no es solo su capacidad de inversión o su músculo global. Es la combinación de innovación con propósito, inclusión y difusión del conocimiento. La compañía impulsa la publicación científica como parte de su compromiso con la transparencia y la comunidad médica. Además, asume un rol pionero en áreas poco exploradas como la investigación clínica pediátrica, donde se juega el futuro de generaciones completas.
Un país en el umbral
México tiene en sus manos la oportunidad de consolidarse como un hub internacional de investigación clínica. Los números están de su lado: primera posición mundial en diabetes, altos índices de cáncer y enfermedades raras que, aunque pequeñas en incidencia, demandan atención urgente. Lejos de ser una debilidad, esta realidad convierte al país en un territorio clave para el desarrollo de nuevas terapias.
El mensaje de Ceballos es claro: el futuro de la investigación no se construye en solitario. Requiere cooperación entre lo público y lo privado, reglas claras y una convicción compartida de que invertir en ciencia es invertir en vidas.
En ese cruce de retos y oportunidades, Bayer se posiciona como catalizador del cambio. Su apuesta por la investigación, la innovación responsable y la colaboración público-privada no es solo un ejercicio corporativo: es una declaración de propósito. Invertir en ciencia hoy significa asegurar que la salud de las próximas generaciones sea más justa, inclusiva y sostenible.