Imaginen esta escena: un padre de familia revisa ansioso el celular de su hijo de 13 años mientras, en la habitación contigua, ese mismo adolescente usa una inteligencia artificial para terminar su tarea de historia. Es México 2025, y esta contradicción cotidiana revela algo mucho más profundo que una simple brecha generacional. Estamos ante un momento decisivo que determinará si nuestros jóvenes estarán preparados para los empleos del mañana o si los estamos condenando a la obsolescencia laboral por miedo a la tecnología.





